lunes, 1 de febrero de 2016

Blas Infante

El gran apóstol del andalucismo fue, sin lugar a dudas, Blas Infante. Su pensamiento, que puede leerse en su obra Ideal andaluz (1915), tiene su origen en el ideario republicano y federal del siglo XIX, sin olvidar su formación krausista y regeneracionista.
Blas Infante nació en Casares, provincia de Málaga en el año 1885. Se licenció en derecho en Granada y pasó a residir en Sevilla, donde se dedicó a la profesión de notario. Su interés por el andalucismo nació cuando asistió a una conferencia en el Ateneo de Sevilla en el año 1914.
En 1916 fundó el primer Centro Andaluz en Sevilla con la intención de que fuera un órgano expresivo de la realidad cultural y social de Andalucía, ya que, nuestro protagonista no era defensor de crear un partido, sino estos Centros como difusores del andalucismo con el fin de formar unos nuevos hombres, los andalucistas, que cambiarían la situación de Andalucía. También creó dos órganos de expresión, las revistas “Andalucía” y “Guadalquivir”. Blas Infante no tenía una muy buena opinión de los partidos ni de los políticos. Quería terminar con el caciquismo, pero desconfiaba del pueblo, al que consideraba fácilmente manipulable. Era partidario de una reforma agraria que diera la tierra al jornalero andaluz, junto con una reforma social para que surgiera una clase media propietaria. Siempre fue un idealista y con un marcado acento intelectual, alejado del populismo, y con una actitud un tanto distante. Todos estos aspectos deben ser tenidos en cuenta para entender el fracaso de su movimiento.
El andalucismo tuvo un cierto protagonismo en la época de la Segunda República, gracias a los Centros andaluces, que formaron la Junta Liberalista de Andalucía. A pesar de su poca confianza en los partidos políticos, Blas Infante intentó entrar por tres veces en el juego político, primero en una “candidatura andalucista”, como simpatizante del Partido Republicano Federal, luego en el Partido Social-Revolucionario y, por fin, en una lista denominada Izquierda Republicana Andaluza. No tuvo ningún éxito. También, participó en la elaboración del proyecto de Estatuto de Autonomía. Pero el rechazo a sus ideas y su nula actitud para navegar en las procelosas aguas de la política le hicieron desilusionarse y encerrarse en su retiro de Coria. Eso no le salvó la vida al estallar el golpe de 1936. Fue fusilado por los sublevados.
Incluimos un fragmento de su obra principal, Ideal Andaluz (1915):
"La tierra andaluza para el jornalero andaluz. Repitámoslo. Este ideal en el centro; sin él, de nada serviría trabajar por el cumplimiento de los demás ideales. No tendremos espíritu regional, ni pueblo, ni agricultura, sin la base de la tierra. (...) Sin tierra, inútil es pensar en la cultura del pueblo. Para que el cerebro pueda atender los requerimientos de la civilización, es preciso que ésta no estorbe sus primordiales energías elaboradas en los estómagos, donde son atendidos los requerimientos de la naturaleza.
Que Andalucía no se vacíe con los andaluces que en sombría procesión de espectros van atormentados por el hambre, lanzados por la inhospitalidad de su propia región, a buscar amparo, pan y justicia en la extraña tierra de lejanos países. Que las ciudades andaluzas se derramen por el campo, y se abran las dehesas y los cotos al pueblo, ansioso de permutar sus energías con las energías de la naturaleza.
De esta alianza sagrada, de estas nupcias benditas entre el trabajo y la tierra, han de brotar esencias que harán poderosas las energías agonizantes del genio andaluz."
Eduardo Montagut

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